Este fin de semana pasado fue muy especial pues el encuentro con mis antiguos compañeros de promoción fue maravilloso y excepcional. Estuvimos de fiesta toda la noche del viernes y el sábado hasta la tarde, recordando aquellos maravillosos años de la más tierna juventud y por un instante volvimos a ser aquellos traviesos muchachos, llenos de inquietudes con un mundo por descubrir. Con algunos había perdido el contacto, pero el rencuentro fue como si no hubiese pasado el tiempo. Los lazos de amistad y camaradería de casi cuatro años compartiendo las alegrías y penas interno en un colegio, no se olvidan tan fácilmente. Allí aprendimos nuestra profesión, pero todos coincidimos que lo mejor que aprendimos fue a ser hombres. Recuerdo aquella despedida de hace 25 años donde nos prometimos volvernos a reencontrar, esa promesa la mantenemos año tras año por la festividad de San José, pero por las circunstancias de la vida hace que faltemos algunos, excepto este año donde pude encontrarme con toda mi otra familia “los amigos de verdad”
Que sirva también mi agradecimiento a todos los profesores y trabajadores/as de la Escuela, “algunos ya no están en este mundo”, por su buen hacer y por toda su generosidad.
Este bonito recuerdo que nos entregaron, es para mí más importante que el título que nos dieron hace ya un cuarto de siglo

