Yo sigo insistiendo en que la cuestión que se apunta en la sentencia va dirigida contra cómo es posible que cartas dirigidas al Estado estén en manos particulares. Incluso, me da a mí que esta sentencia va contra algún caso muy particular de "expolio" o así de algún archivo del Estado.
Por supuesto que no nos van a coger o expropiar las cartas que tenemos en nuestra casa (y que nadie sabe que las tenemos, claro). Pero lo que sí se podrá derivar de esa sentencia es que, al menos en Italia, ya no será tan fácil vender en subasta pública cartas dirigidas al Estado porque el Estado podría mandar retirarlas. Y aunque todos sabemos que es imposible que el Estado controle TODAS las cartas que haya así, le basta, después de la sentencia, conque pueda hacerlo con UNA (basta con que exista esa sentencia o con que haya una ley al respecto para que uno "denuncie" una subasta italiana en la que se venda una carta dirigida al Estado para que al menos intervengan judicialmente esa carta o ese efecto).
Como filatelistas nos parece un dislate la sentencia; sí; ya había anticipado yo esta reacción corporativa nuestra. Pero no nos paramos a pensar que si lo pensamos solo como ciudadanos, igual el dislate está en que esas miles de cartas que se citan de servicio nacional, de servicio real o dirigidas al Estado acaben en una subasta pública (que se dice 'pública', por 'abierta', pero es entre particulares privados). ¿Cómo es posible esto? ¿Quién ha hecho llegar al canal de una subasta entre particulares privados una carta cuyo destinatario es el Estado? Esa es la cuestión por dónde yo creo que van los tiros de la sentencia, que sí apunta que el que debe regir el destino de esa carta (archivarla o destruirla) es el destinatario/Estado. La comparación con si un cuadro es o no del retratado

en este caso me parece peregrina, porque todos sabemos que un cuadro es del que lo ha "pagado" o a quien se lo han regalado, igual que todos somos dueños de las cartas que nos han mandado o que hemos comprado. Si se quiere una comparación similar habría que ver si es posible que se vendan en subasta pública los cuadros que se hacen a los presidentes de las Cortes o del Gobierno, o simplemente si se puede ver en subasta pública un cuadro del Museo del Prado o propiedad del Estado. La respuesta es: rotundamente no, salvo que fuese el propio Estado el que los pusiese en circulación). Pues entonces, ¿como es posible que estén en el mercado tantos efectos filatélicos que, al menos en un momento, fueron propiedad del Estado por ir dirigidos a él? Esto solo puede ocurrir si los ha vendido el propio Estado (a través de cualquiera de sus aparatos, quiero decir que un ayuntamiento ha podido vender en un momento histórico determinado las cartas que conformaban su archivo). Pero de no ser así, de no haberlas puesto el destinatario/Estado en circulación, si esos efectos dirigidos al Estado se han sacado de los archivos estatales y ahora están en un cajón nuestro es porque "alguien" en un momento dado la "expolió" de su sitio.
Si yo compro en una subasta hoy una carta de 1913 dirigida al ministerio de la gobernación es probable que su vendedor a su vez la adquiriera en otra subasta anterior pongamos en 2004. Y el vendedor de 2004 quizás la habría adquirido en un puesto en el rastro en 1979. Y el vendedor del rastro se la había comprado unos años antes a una familia cuyo abuelo era filatélico y que la había adquirido en un puesto en la plaza mayor en 1955 y todo esto es irrastreable y todo esto en realidad no le importa a nadie y nadie me va a quitar a mí ya la carta. Pero en toda esta cadena se nos olvida pensar que: para que esa carta llegue hoy al poder de quien sea, alguien tuvo que sacarla "fuera" del ministerio de la gobernación y o bien: 1) fue el propio Ministerio quien la puso a la venta (caso 1, que creo dudoso) o bien, caso 2): algún "funcionario" de alguna época la "robó" del ministerio, lo que creo más probable. Que, como filatelistas, todos pensamos que ese "funcionario" (o quien fuere) era muy majo, porque así nos ha traído alegría a la filatelia, pues sí. Pero, como ciudadano, yo no veo tan majo a ese funcionario.
Y el hecho de que no me puedan quitar ya la carta porque esto no se puede aplicar con carácter retroactivo (ya había comentado yo mismo antes la imposibilidad de la aplicación retroactiva de esto, como todos podemos entender) no anula el hecho de que si se impone eso en Italia y/o luego en España, lo que no pueda es venderla en el futuro. Ilógico es no pensar en esta consecuencia.
"No preguntemos si estamos plenamente de acuerdo, tan sólo si marchamos por el mismo camino" (Goethe)