Ese sobrecito del 8 de enero de 1915 de Valencia iba como impresos a
Sr Don
Eduardo Herrera de la Rosa
Comandante de E.M. (= Estado Mayor)
Agregado a la Embajada Española
Tokio
Ese Sr Herrera años más tarde, fué nombrado el Jefe Provincial de la Falange Exterior en Japón. Me parece interesante este capítulo de la presencia de España en el Extremo Oriente. Espero que os guste también.
En el articulo
Falange en Extremo Oriente, 1936-1945 de
Florentino Rodao, PH. D. (Universidad de Tokio) el autor escribe:
Japón
La rama de Falange Exterior en este Imperio fue fundada desde España, donde el delegado del Servicio Exterior de Falange, José del Castaño y Cardona, nombró al antiguo Agregado Militar español, Eduardo Herrera de la Rosa, por iniciativa propia, como Jefe Provincial, en Japón el 25 de noviembre de 1938. También desde España se intentó crear una Sección Femenina y un denominado «Patronato Nacional de Asistencia a Frentes y Hospitales», que habría de recoger fondos y enviarlos al bando nacional, pero se fracasó.
Ya hemos señalado los escasísimos militantes de esta sección, pero su importancia no ha de ser infravalorada, puesto que la gran mayoría de los religiosos hispanos la apoyaron y asistieron a algunos de sus actos, aunque su dispersión -Formosa, Micronesia, o la isla de Shikoku en Japón- impidió un apoyo más activo. Además. el coronel Eduardo Herrera de la Rosa, la persona a su cargo. se dedicó plenamente a ello tras aceptar el nombramiento inesperado y tras 30 años viviendo en Japón como Agregado Militar, tenía unas excelentes conexiones en un aparato estatal favorable -en teoría- hacia este tipo de organizaciones totalitarias.
La contribución de Herrera de la Rosa ya fue clave para lograr el complicado reconocimiento del Gobierno de Franco por Tokio (1 de diciembre de 1937), entre otras razones por su larga amistad con el entonces primer Ministro, Konoc Fumimaro. Después, tras recibir el nombramiento desde la península y siguiendo instrucciones, hizo un trabajo paralelo de alguna manera al de la Legación Diplomática, volcando su atención hacia la colonia hispana y ofreciéndose como «agente servidor de ellos (los residentes en el Imperio Japonés) para cuanto les interesara o necesitaran en relación con la Nueva España». Ciertamente lo consiguió, pues llegó a actuar como intermediario para sus connacionales en sus tratos tanto con las autoridades japonesas como con las españolas y entre sus luchas estuvieron desde la consecución de permisos de viaje por el país a la excarcelación de los detenidos al principio de la Guerra del Pacífico. Además, trató de adoctrinar a los españoles allí, distribuyendo la prensa recibida desde la península y organizando reuniones y encuentros, a pesar de la dispersión de la colonia. En 1941, por ejemplo, el aniversario del levantamiento del 18 de julio, lo celebró con una misa y un discurso sobre la historia de la Falange a los siete españoles que asistieron, que repartió después por escrito al resto de la Colonia «no sólo para refrescar los sentimientos hacia nuestra patria, sino también para unificar nuestros pensamientos y nuestro espíritu».
No obstante, la actividad paralela a la de la Legación diplomática desempeñada por Herrera de la Rosa fue más allá de la dedicación a la Colonia española en Japón, informando a la sede central de Falange sobre cuestiones propagandísticas e incluso sobre la situación política en la región. Ante las autoridades japonesas también ensombreció a la Legación Diplomática, donde el diplomático conservador Santiago Méndez de Vigo rehusaba participar en actividades a favor del Eje, y la Falange llegó a ser la institución española invitada más asiduamente a los mítines de exaltación anticomunista o informando a los japoneses interesados en la «Nueva España». Herrera también usó a personalidades japonesas para sus propios propósitos propagandísticos, como la organización de un «Festival Hispánico» en la Universidad de Keiô por la Sociedad Hispano-Japonesa.
Su trabajo, sin embargo, no fue sencillo. A pesar de las similitudes ideológicas en la lucha anticomunista de los regímenes español y japonés, las relaciones con los estamentos oficiales no siempre fueron fáciles, en parte por las propias diferencias en el propio gobierno japonés, donde el Ministerio de Asuntos Extranjeros o Gaimushô tenía una tendencia más moderada frente a los militares con los que se identificaba Herrera. Así, el periódico controlado por aquel departamento, The Japan Times and Advertiser, no lo pudo usar Herrera para sus propósitos propagandistas y sólo Tokyo Nichi-Nichi, el más decidido partidario del Eje, insertó ocasionalmente información provista por él. Tampoco su cargo oficial como Delegado de un partido amigo del régimen japonés como lo era la Falange evitó que, desde poco antes de comenzar la Guerra del Pacífico, le controlaran y censuraran su correspondencia, su cuenta bancaria, sus llamadas telefónicas.
Sus problemas con las autoridades se agravaron tras comenzar la Guerra del Pacífico y después de sufrir él mismo un registro domiciliario como ya habían recibido otros extranjeros anteriormente, finalizó totalmente la actividad de Falange. De esta forma acabó este partido en Japón: la evolución política japonesa acabó perjudicando su actividad y sus propios objetivos, a pesar de las simpatías mutuas. También a Herrera de la Rosa le tocó sufrir el sentimiento antioccidental que invadió Japón en esos años, al igual que a todos los alemanes o italianos que se habían alegrado de los triunfos nipones.
En conclusión, como resultado de la labor personal de Herrera, parece que la propaganda falangista fue equiparable de algún modo con la de italianos o alemanes, a pesar de la inferioridad en medios y personal. Herrera, indudablemente, exageraba al afirmar que el himno de Falange, Cara al Sol, «hoy se conoce por todo el Japón» o que «España, nuestro Caudillo (Franco), nuestra Falange y lo más importante del trabajo regenerador de nuestro gobierno, se hallan bastante difundidos en Japón, muy especialmente en las esferas gubernamentales, en las cuales, quizás más que en ningún otro país, nuestra obra ha sido cuidadosamente estudiada»; pero el hecho de expresar tales exageraciones indica que, de algún modo, estaba cumpliendo con los objetivos para los que había sido designado. Las actividades de Falange fueron mayores que las de la representación diplomática. Y, de hecho, en un país abierto a este tipo de actividades, funcionó como una representación alternativa de España.
El texto completo está aquí:
http://www.cervantesvirtual.com/servlet ... 000002.htm