Sabeis que siempre he sido amante de los refranes, cuna de la sabiduría popular.
Y hay muchos de ellos, poco conocidos, que nos reflejan al leerlos una imagen y
parecen retratos que nos devuelven la figura de alguien conocido.
Ahora solo queda que les pongais rostro:
A quien te engaño una vez, jamás le has de creer.
A su tiempo maduran las brevas.
A persona lisonjera, no le des oreja.
Al hombre de dos caras, rayo que lo parta.
Al pan se arrima el perro.
Al que no quiere caldo se le dan dos tazas.
Alabanza propia, mentira clara.
Alábate pollo, que mañana te guisan.
Amistad de boquilla, no vale una cerilla.
Amistad por interés, no dura porque no lo es.
Antes de acabar, nadie se debe alabar.
Arrastrando, arrastrando, el caracol se va encaramando.
Aunque los dos son de barro, no el lo mismo bacin que jarro.
Aunque se saque el oro de vil escoria, a todos les huele a gloria.
Bien sabe el asno en que casa rebuzna.
Buen porte y buenos modales, abren puertas principales.
Buenas acciones valen más que buenas razones.
Burro que gran hambre siente, a todo le mete el diente.
Caballo sin espuela, barco sin remos ni vela.
Cacarear y no poner huevos, cada día lo vemos.
Cada cosa en su tiempo y los nabos en adviento.
Cada uno habla como quien es.
Mensaje cortés, cada dos renglones, mentiras tres.
Claridad, y no en el caldo.
Con virtud y con bondad se adquiere la autoridad.
Cosa hecha aprisa, cosa de risa.
De dinero y calidad, la mitad de la mitad.
De dinero y santidad, la mitad de la mitad.
De nadie esperes lo que por ti mismo hacer pudieres.
Debajo de la mata florida, esta la culebra escondida.
Decir, suele ser señal de no hacer; como ladrar, lo es de no morder
¿A que al menos a alguno le habéis puesto rostro?

Seguiremos.
Julián