Aquí un cuadro que me encanta del pintor
Edward Hopper (1882-1976)
Oficina de Noche, 1940.
Hopper explicó así: “Este cuadro probablemente me lo sugirió mis numerosos viajes, ya de noche, por el suburbano de Nueva York y la breve visión de los interiores de las oficinas, de la que conservo un recuerdo muy nítido y vivo. Traté de dar la impresión de una oficina aislada en un piso bastante elevado, con un mobiliario especialmente significativo para mí.”
Mobiliario de la primera década del siglo XX (esos años que pasó como ilustrador de revistas comerciales) aunque pintara ese cuadro en 1940, y complejidad de correspondencias luminosas: “Hay tres frentes de luz en el cuadro: la iluminación indirecta del techo, la lámpara del escritorio, y la luz que entra por la ventana. Esta luz, que daba sobre la pared del fondo, planteó el difícil problema de pintar blanco prácticamente sobre blanco, razón por la que hubo que poner énfasis en la esquina del armario metálico, que además debía armonizar con la silueta de la mujer.”
Hopper también se toma libertades con la escala respecto a la mesa de la secretaria, el escritorio y la mujer de pie: esta sutil manipulación visual desafía el equilibrio y las proporciones de su construcción.
Atraído por esta escena a la vez trivial y sugerente, el espectador, no obstante, no puede penetrar en ella y queda convertido en el juguete de tensiones que no puede resolver. Sólo la luz, bajo la forma de un paralelogramo que encierra a los dos personajes proyectados sobre la pared del fondo, permite borrar la ambigüedad especial y recrear una ilusión narrativa con
la postura arqueada de la secretaria vuelta hacia su jefe y en el fragmento de carta que el viento nocturno ha hecho volar cerca del escritorio y que probablemente va a ser objeto de un intercambio de gestos o palabras entre ellos.La tensión suscitada por Hopper sobre el modo pictórico es como un eco de la relación ligeramente equívoca de estas dos presencia en esta oficina a una hora probablemente tardía. Los elementos de una narración están presentes, pero Hopper se cuida bien de hacerlos muy explícitos. Para él, e insistía en ello “ el cuadro no tiene que decir más que eso, y yo espero que no cuente ninguna anécdota, puesto que nada es intencionado”. Mundo en suspenso, mundo de inquietud previo a la palabra.
Laurence Debecque-Michel. (Grandes Maestros de la pintura Moderna)

Saludos para todos y todas, desde un rincón del océano Atlántico, entre Europa (políticamente), América (sentimentalmente) y Africa (geográficamente).
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