
Entre las muchas cosas que le debo a la Filatelia (como el haber encontrado y conocido, gracias a ella, a extraordinarias personas y excelentes amigos) está una cosa casi intangible, de las que ni solemos reparar en ella ni la acabamos valorando, pero que yo tengo para mí que nos marca mucho más de lo que creemos en la vida. Yo la denomino: “Un punto más en la nota” (o un grado más en nuestro conocimiento). Me explico:
De niño, como creo que nos ha pasado a muchos, si no a todos los filatelistas, cuando pasamos de los cromos a los sellos, ahorrábamos lo que podíamos de la paga para poder coger cada semana algún sello o intercambiábamos los pocos que teníamos unos con otros. Entonces (hablo, por ejemplo, de 1976 y años siguientes; yo tenía 10 años en aquel momento) empezábamos una incipiente colección (obviamente, en usado entonces; era lo más abundante y barato) de la etapa que comenzaba a ser Reinado de Juan Carlos I. Y una semana te llevabas a casa la serie de Bicentenario de EE.UU. (¡y qué placer estético con aquellas series bien calcografiadas de los años 60 y 70!; no como ahora) y otra te llevabas a casa unos sellos de personajes españoles o de uniformes militares, y otra semana se ponía uno todo contento (como un niño pequeño; lo que éramos) mirando los sellos de animales de la serie de fauna ibérica recién adquiridos. Esto normalmente era los domingos: por la mañana, aperitivo con los padres e intercambio de sellos en la Plaza Nueva de Bilbao, y por la tarde entretenimiento con los cuatro sellos que teníamos, mirándolos y remirándolos, y ya, cuando cayó en nuestras manos un catálogo, pues flipando todas las tardes leyendo el catálogo).
Y luego el lunes íbamos a la escuela, a continuar estudiando. Y de vez en cuando había algún examen. Y aunque nunca fui mal estudiante (en parte, que es donde quiero acabar, gracias a la Filatelia) era, como todos los niños, un poco vago y no me aprendía al 100% todos los temas.
Pero aunque no me sabía bien los temas, sí me sabía los sellos


Con esto concluyo esta historia que creo que habéis cogido todos. Si esos exámenes los hubiera hecho sin ser filatelista, mis notas habrían sido 5, 6 o 7. Pero gracias a la pasión por los sellos mis notas eran 7, 8 o 9. Por eso digo que a los sellos les debo, cuando menos, un punto más en la nota, y un grado más alto en mi conocimiento. La Filatelia me ha enseñado muchísimo, y de muchísimos temas.
Con esto quería introducir la maravillosa capacidad que tiene la filatelia de aumentar el conocimiento de prácticamente todos los temas porque no hay casi nada que no toque la Filatelia. O que, al aprender más sobre Filatelia, estamos aprendiendo también mucho más sobre muchos otros temas en relación con ella.
Viene esto a colación a la hora de presentar el último número de nuestra querida…


(To be continued…).