Hola,
Compruebo con satisfacción
Bachius, que el tema interesa.
Viendo que no hay opiniones al enunciado, pasaremos al siguiente capítulo que podemos titular
¡Morir de éxito!
Como suele suceder y sucede, es tan nefasto el fracaso como el éxito en exceso. El éxito de alguien o de algo suele provocar recelos, envidia, suspicacia y maledicencia en según qué tipo de personas. Es posible que algo de esto le sucediera a estos sellos, pero para comprenderlo hay que analizar su diseño en comparación con sus coetáneos.
Hay que reconocer que el sellito de marras es y era realmente atractivo. El diseñador jugó bien sus bazas con respecto a las proporciones, a la vez daba la máxima información y alguna subliminal, como puede ser la corona, el cetro y la espada, eran el símbolo de los sellos daneses de la época. El sello rojo de 3 cents., pertenece a los que se usaron en San Tomás para franquear la correspondencia en aquellos años.
Ahora tenemos que imaginar al coleccionista de aquellos años paseando por Paris u otra gran urbe europea y visitando las tiendas que vendían sellos. Tales coleccionistas eran en esencia coleccionistas de timbres, no solían hacer distinción alguna entre las diferentes especies de timbres, para ellos eran iguales todos, los de correos, los fiscales y los impresos en enteros postales. SI conseguían sobres o envueltas con sellos que les faltaban, los despegaban del documento sin más, con los documentos fiscales hacían lo mismo, y si era papel timbrado recortaban el pliego unos 2 cm. por debajo del timbre impreso. Los enteros postales no corrían mejor suerte, recortaban la imagen impresa y se quedaban «tan panchos». No es que no supieran lo que hacían, es que era la forma de coleccionar entonces. Todo lo dicho se puede comprobar contemplando álbumes impresos de finales del siglo XIX y principio del XX. En ellos las casillas para colocar los sellos solían estar apretujadas, podían estar calculadas para colocar en ellas cuarenta o más sellos y por si esto no bastase, en los espacios en blanco solían colocar sellos que consideraban variedades. La última hoja impresa de cada país solía estar reservada para los timbres de los enteros postales recortados. En algunos casos el coleccionista incorporaba hojas en blanco para colocar sellos que no lograba identificar y que normalmente eran fiscales. Hasta aquí hemos descrito los álbumes de los coleccionistas más o menos pudientes, para los que no lo eran, las libretas escolares rayadas eran sus álbumes o en todo caso donde guardaban sus sellos. Eran otros tiempos y los coleccionistas solían coleccionar todo el mundo.
Llegados a este punto convendría precisar lo que escribió
Byron Mitchell.
Byron Mitchell escribió: ↑28 May 2020, 01:42
devueltos a donde fueron impresos en Francia. Alli los mismos
se vendieron a coleccionistas incautos. Fue tan exitosa su oferta que no solo se falsificaron una vez si no que falsificaron los falsificados. Y como dije en mi intervencion anterior
se venden como pan caliente en ebay y otros sitios de venta filatelica. En cuanto a Billig y
Yo no creo que los compraran coleccionistas incautos, era otra época como ya he explicado. Además eran timbrófilos y para ellos lo único que les interesaba eran los timbres. Por otro lado si se siguen vendiendo actualmente con la fama que tienen, será por algo.
Llegados a este punto seguimos sin resolver, el porqué en Inglaterra consideraron estos sellos un fraude. A mí personalmente me ha despistado y confundido el no saber inglés, y las traducciones confusas. Una vez he dispuesto de ella, la cuestión la vislumbro más clara. Parece ser que todo radica en los tiempos del verbo existir, vamos, igual que la frase de Camilo José Cela
«No es lo mismo estar dormido que estar durmiendo, como no es lo mismo estar jodido que estar jodiendo.».
A ver, aquí tenemos la frase bien traducida creo yo, que nos puede ayudar.
«Estos son fraudes antiguos, descubiertos en Inglaterra ya en 1869. Fueron ofrecidos a la venta a coleccionistas aduciendo que provenían de la "Compañía Clara Roht" que no existía.»
Cuando se lee con atención resulta que se ajusta a la verdad, efectivamente cuando se vendieron los sellos en Francia la compañía ya no existía (imperfecto indicativo) Por tanto los sellos no podían provenir de ella, la compañia. En todo caso no dice que no existió (pretérito).
Cuando se lio la cosa, a mi modo de ver, pues con el paso de los años, el presente del verbo paso a ser pretérito y ahí es donde se pegaron el patinazo los Sres. Billig y Preston.
fecabo escribió: ↑23 May 2020, 17:58
«Tanto Billig como Roger Preston afirman que los sellos del correo entre San Tomás y Puerto Rico por el vapor Clara Rothe, propiedad de los armadores George Nunes & Co.
son un fraude puesto que la compañía y el vapor no existieron.
Y realmente si existieron.
En fin, me ha costado lo suyo desenredar la madeja. Todo lo expuesto nos tiene que hacer reflexionar a todos, sobre todo a los que publican, no basta con citar las fuentes, hay que verificar que dichas fuentes son fidedignas.
Esto es todo por hoy, próximo capítulo «EN LA RUEDA DE RECONOCIMIENTO ¿QUIENES SON LOS IMPOSTORES?».
Saludos.