De la bella Elsa Catelin y de su bella Marianne feminista
Elsa Catelin (1975, Coutances) tuvo el honor de ser designada, en abril de
2013, para grabar el sello más emblemático de la filatelia de
Francia.
El sello de la Marianne, que desde la proclamación de la
V República (1958), cada
Presidente electo se encarga de escoger entre los proyectos seleccionados de los muchos presentados. En esta ocasión,
François Hollande eligió uno de los tres finalistas nominados por varios liceos de adolescentes y jóvenes franceses, luego de una preselección crítica de los quince últimos.
La llamada oficialmente
Marianne de la Juventud, o más propiamente
Marianne y la juventud (
Marianne et la jeunesse), elegida por
Hollande, fue la diseñada por los artistas
Olivier Ciappa (1979, Marsella) y
David Kawena, seudónimo este último del israelí Shaul Dadon. El sello se presentó formalmente en el
Palacio del Elíseo el
14 de julio de 2013, con la comparecencia del
Presidente de Francia y la asistencia de uno de los artistas diseñadores,
Olivier Ciappa.
Y podríamos decir que ese mismo día se inició el mito de esta bella
Marianne, joven y feminista. Pues
Ciappa declaró que la inspiración principal para estos sellos grabados por
Elsa Catelin, fue una de las cofundadoras del movimiento feminista
Femen, la ucraniana
Inna Shevchenko, una mujer tan atractiva como desinhibida y rebelde. Hay numerosas fotografías por la red de
Inna, y no es preciso añadir una más aquí, dado que además el parecido no es ni mucho menos evidente, y quizá ni tan siquiera razonable. Pero, así y todo, esta confidencia inesperada y estrepitosa de
Olivier Ciappa, propició una polémica que todavía hoy, a un año de ser sustituida por la
Marianne que elija el nuevo
Presidente, no hace sino enconarse y hasta expandirse alegre y jocosamente.
Enseguida varias asociaciones católicas solicitaron entonces la inmediata retirada de esta
Marianne tan iconoclasta, e incluso surgieron dudas de que el otro creador del diseño,
David Kawena, no fuese más que un doble imaginario de
Ciappa. Lo cierto es que
ambos artistas se han enzarzado en una lucha sobre la autoría real del diseño, que al final llegó incluso a los tribunales. En las cuentas que tiene abiertas en algunas redes sociales,
Olivier Ciappa comentaba hace muy pocos meses la resolución definitiva de un Tribunal de París: el diseño del sello es obra conjunta e inseparable de
los dos artistas, tal y como consta en las emisiones oficiales.
Un enredo, por lo demás, delicioso y muy entretenido, que en cualquier caso no desvirtúa ni la belleza en sí misma del diseño, ni todavía menos el grabado pulcro y elegante de
Elsa Catelin, que curiosamente presentó un proyecto que fue desestimado finalmente para esta emisión. De ahí, quizá, la sorpresa con que recibió la asignación para el grabado de estos sellos tan emblemáticos. Confiesa
Elsa que se sintió muy honrada, muy feliz, pero también y sobre todo, muy responsabilizada con esta grata y apasionante tarea artística encomendada.
Elsa Catelin explicaría en entrevistas posteriores, que el trabajo más arduo y dífícil, no tanto por la dificultad en sí misma de las tallas como por la presión inherente a la emisión, fue durante el grabado de los dos punzones principales, que realizó en tres semanas de dedicación febril y apasionada, empleando para ello una media de diez horas al día. Se encargó también
Elsa de todos los documentos filatélicos anejos a esta emisión con tanta parafernalia promocional, así como de la emisión especial que se hizo después para celebrar el
Día del Sello de
2013.
Los sellos finalmente emitidos en calcografía, con diversas variantes y faciales, muestran una
Marianne moderna y díscola, límpida y sutilmente incidida en el acero por
Elsa Catelin, que en un cierto y misterioso modo se confiesa y se autorretrata artísticamente en esta bella creación.