Recientemente me encontré con un artículo muy curioso que al final resultó ser de Historia Postal en toda regla: los primeros vuelos del correo en USA.
Como está en americano, que no inglés de la Gran Bretaña, pues lo traduzco para los que no se fueron de Erasmus (como yo

http://www.core77.com/blog/transportati ... _25236.asp
Aunque aviso que el autor del blog es de lo más heavy escribiendo en inglés!

...entonces no le sorprenderá conocer que estas flechas gigantescas de hormigón esparcidas por América, de este a oeste, son para marcar un camino. En los años 1920, América comenzó el servicio de Correo aéreo de costa a costa, pero los primeros pilotos tenían problemas para seguir la ruta, ya que las cartas de navegación diarias estaban jodidas (literal) y uno no podía parar para preguntarle la dirección a un granjero. Y viajando de noche, cuando habría sido lo más eficiente, o con mal tiempo era imposible. Para resolver esto el Congreso financió estos enormes Faros de Correo Aéreo en forma de flecha, algunos hasta de 70 pies de largo (unos 21 metros), para marcar la ruta a través del país. Las flechas fueron pintadas de amarillo brillante y cada una se acompañaba de una torre de hasta 50 pies de altura (unos 15 metros). En lo alto de cada torre había una potente luz alimentada por gas, y en la base de la torre, un cobertizo para el depósito de gas. El diseño fácilmente perceptible hacía las flechas visibles desde una distancia de diez millas (unos 16 Km), y cada flecha señalaba el camino hacia la siguiente, aproximadamente a tres millas (4,8 Km). Eso según el Museo Postal; sin embargo, este blog reivindica que las torres estaban a 10 millas de separación con una visibilidad de 40 millas (unos 64 Km). Es posible que el Museo describa las primeras torres y el blog las versiones actualizadas.
Lo que no está en disputa es que todas las torres-faro han desaparecido, el acero se demolió y recicló para la II Guerra Mundial. Pero las nunca-más-usadas flechas continúan, sin pintura desde hace mucho por el desgaste natural, porque no merece la pena demolerlas. Y ahí quedarán para siempre. Ala, buenas noches... como pasa el tiempo!