Detrás de publicaciones como "Córdoba Filatélica", amigo
OPORTO, hay siempre
colegas que aportan generosamente un enorme esfuerzo, y cuyo reconocimiento
es más que merecido (...aunque no siempre se haga explícito, lamentablemente).
Y, aunque se malinterprete, no voy a hurtar el reconocimiento a quien lo merece.
En el reconocimiento al quehacer ajeno —al igual que en el saludo a los demás—,
siempre he preferido pasarme a quedarme corto. A sabiendas de que puede haber
quien lo interprete como un gesto interesado, confundiendo el reconocimiento con
un halago vano. O interpretando que la cortesía de dar un apretón de manos o un
abrazo, como muestra de un saludo cariñoso, no es sino un ejercicio de marketing.
A mi me gusta que se me reconozca mi esfuerzo —no tengo el menor complejo al
respecto— y, por coherencia y convicción, yo reconozco el esfuerzo de los demás.
Se bien que hay algunas personas que hacen mucho más que la mayoría y, pese a
ello, rechazan el reconocimiento y dicen no querer protagonismo alguno (pese a
que, paradójicamente, en algún caso estén constantemente "en el candelabro").
No soy tan mezquino de pensar que se trata de falsa modestia (aunque sea tal en
determinados casos), pues conozco y me rindo ante la tan inmensa como anónima
generosidad de colegas que nos regalan su conocimientos y su tiempo, y se niegan
categóricamente a que esto se conozca o, simplemente, a figurar o que se hagan
constar sus constribuciones. El caso más paradigmático que conozco en el Ágora
y Afinet es el de MATRIX (...y lo cito a sabiendas de que esto no le gustará nada).
Como dice un buen amigo, cada uno es cada uno... con sus "cadaunadas". Lo cual
es admisible siempre que se aporte algo (o mucho) a los demás y no se haga daño
al prójimo, pues el respeto es un derecho de todos, y una exigencia básica de toda
comunidad que aspire a serlo, además de una norma esencial para poder convivir.
Y pido disculpas por la perorata, pero creo que para que se nos entienda hemos de
explicarnos (aunque ello sea imposible sin disposición a escuchar y cierta empatía
por parte de nuestro interlocutor). Por eso, mil gracias, OPORTO, por escucharme.
Un fuerte abrazo a todos,
EQ