“Nobleza y dignidad son dos conceptos asociados a una época de adversidad”
Un triángulo amoroso apuntalado por ideas políticas
Miguel Pato, 14 de junio de 2011 a las 10:36
* Javier Lorenzo bucea en el drama de la Guerra Civil en 'El error azul'
El sello del error azul es el contraste perfecto para que la maldad de Alberto tuviera ese contrapunto de sensibilidad
"Ninguna mujer es culpable de que la amen dos hombres a la vez". Así comienza la nueva novela de Javier Lorenzo El Error Azul (Planeta). Ahora que se habla de la Guerra Civil de forma abstracta y partidista, Lorenzo recupera esa dimensión individual que tuvo para nuestros abuelos en la que no eran las ideologías sino las personas las que se enfrentaron. Los suyos fueron motivos alejados de las grandes gestas por la libertad o la justicia. Gestas de las que hoy nos intentan convencer aquellos que ni siquiera lucharon en la guerra.
La novela se mueve, por una parte, en el terreno de la simbología. Como explica el autor en esta entrevista en Periodista Digital,
"Ese error azul simboliza el frenesí previo al conflicto. Se parece, salvando las distancias, a lo que ocurre en nuestros días cuando la contienda política se convierte en insulto personal y no hay análisis. Por otro lado, el error azul es el sello más valioso que existe en España y uno de los más valiosos del mundo cuyo precio ronda el millón de euros".
En este contexto y con esta pieza de la filatelia de fondo, la novela nos muestra un triángulo amoroso entre Amelia y dos hombres que representan esa división existente en España. Alberto, hijo del acalde y falangista, se enfrenta a Martín un "idealista, librepensador y vencido".
Gracias a Martín nos acercamos a la realidad de los muchos españoles que, durante años, tuvieron que vivir como topos en sus propias casas. La angustia de no hacer el mínimo ruido, de no dejar huella... Fue la condena de muchos de los vencidos para sobrevivir.
En el lado opuesto de la contienda, Javier Lorenzo nos presenta a Alberto, el temido Alférez Repello.
"El sello me servía para hacer un ‘malo malísimo'. El sello del error azul me parece que era el contraste perfecto para que la bellaquería de Alberto tuviera ese contrapunto de sensibilidad y belleza que representa el sello".
Como motor emocional de la novela, el autor explica que:
"Amelia se considera más proclive hacia la sensibilidad y humanidad de Martín que hacia Alberto de quien empieza a advertir que no es trigo limpio. (...) Desde su posición de hijo del alcalde, Alberto no concibe que haya una mujer que él desee y opte por otra persona. Esto no le entra en la cabeza y le conduce a la venganza".
Reseña bibliográfica:
«Ninguna mujer es culpable de que la amen dos hombres a la vez.»
Éste es el comienzo de una preciosa novela que aúna lo terrible de la guerra con lo maravilloso del amor. El odio de dos hombres que aman a la misma mujer y a los que la guerra y su ideología han situado en bandos distintos frente a la delicadeza de los sentimientos puros y la admiración por la belleza. Amelia siempre fue una niña diferente a las demás. Para sus padres, temerosos de Dios y cumplidores de las estrictas normas sociales, esta diferencia se convirtió en un quebradero de cabeza. Sin embargo, para Martín, sobrino del boticario, y para Alberto, hijo del alcalde, Amelia era un ser perfecto, en sus formas y en su carácter. Con el tiempo, ella se decantó por Martín, el rebelde, ateo e inconformista. Y Alberto, ya convertido en el temido teniente Recuero, dedicó su vida y su carrera militar a destrozar la vida de Martín. La guerra civil se lo puso fácil, pues estaba en el bando ganador, y Martín, aunque casado con Amelia, no pudo compartir lecho con ella pues se vio obligado a vivir escondido en un hueco de la pared, oculto tras una cómoda del dormitorio. El teniente Recuero, aprovechando la presunta soledad de Amelia, no dejó de cortejarla mientras, a escondidas, ordenaba a sus hombres que la torturasen por si sabía algo de Martín. De los cortejos Amelia obtuvo un extraño regalo: un sello de valor incalculable que no podría vender sin la autorización de Alberto. Era su prueba de amor. De las torturas, Amelia obtuvo muchos golpes, mucho miedo y una preciosa cabeza rapada al cero. Era su prueba de odio. Mientras Martín se consumía oculto tras la cómoda, contemplando los cortejos y las torturas. Hasta que por fi n a Amelia le llegó la hora de su venganza.
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Un saludo

César