Al
negro, de jovencito, no hace demasiado le tenía manía.
Un día el Sr. Vives de la Cortada, que tenía un mayor de filatrelia en el altillo de un almacén de carnicero de la calle Flor de Lliri, debía ser sobre el año 56 o por ahí, me dejó el libro de Guezala.
Me lo leí de un tirón y en una semana me vendí toda la colección dedicada a Deportes, entre otras cosas tenía casi todos los sellos dedicados a la Olimpiada de Melbourne.
Y empecé a comprar números unos... en menos de un mes aquellas cien hojas que tenía de deportes se habían convertido en unas ocho hojas con unos veinte o treinta o sellos y un par o tres de cartas.
Me pareció tan poco que cogí un cabreo de mil pares, los volví a vender, mi economía no me permitía coleccionar el número uno.
Tomé la decisión de convertirme en
cuatrocuartero ; la mejor decisión que pude tomar filatélicamente, ya nunca me he arrepentido.
Pero vaya, con el tiempo, y a pesar de "manía", el encanto de este puñetero sello es tan atractivo que a pesar del juramento infantil de nunca más tener un número uno... tengo unos pocos en mi historia postal de Catalunya.
S. i I.