No hace 20 días que estuve en Barcelona y lo ví francamente bien (parecía mentira que soportase esa terrible enfermedad): en su despacho, con sus sellos, con sus coles, charlamos de lo divino y de lo humano, le hice la enésima oferta escandalosa por una piececilla fabulosa de Sevilla, poniéndole encima de la mesa lo mejor de lo mejor de Canarias (junto a Cuba, algunas de sus grandes coles) para un hipotético cambio (como dos chavales, pues el siempre lo fue mas que yo en espiritu) y él, con esa sonrisa franca, enorme que decimos en Sevilla como de los buenos toreros, me decía... "ahora estoy con los Baezas sobre el nº 1 en carta". Y me fui, abrazándonos, bromeando, riendo. O así se fue él para mi, pues con eso, Pepe, es con lo último que me quedo de tí, con tu tremenda alegría por haber podido dedicar tu vida a lo que te gustó, el sello, y yo sólo aspiro, maestro, a seguir esta tu postrera lección: a seguir disfrutando cada día de la vida, y en élla, del sello.
Pepe, saluda por ahi arriba a Perpiñá, a Badía, a Paco Lecha, a Angel Menéndez, a Ron Shelley, a... joder¡ toda una generación impresionante de la Filatelia que es la que me metió el gusanillo: ellos estarán de enhorabuena por el amigo y el contertulio que reencuentran porque seguro que ahora se aburrirán menos. Pero a la Familia, eso, Familia, todo mi cariño y mi respeto en estos amargos momentos.
Nunca te olvidaré



Abrazotesss
Mario