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DESTRIPANDO LAS PALABRAS FILATÉLICAS

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CURIOSIDADES: CÓMO NOS VEÍAN A LOS CHIRIPITIFILATÉLICOS :lol: EN EL ÚLTIMO TERCIO DEL SIGLO XIX (I).

Para poner en contexto cuál era la situación de los pioneros chiripitifilátelicos del último tercio del siglo XIX (hasta la última década del siglo XIX y/o primera del XX no despegó nuestra afición) voy a exponer, en los próximos posts, alguna noticia de la prensa de la época por su 'curiosidad'. [Extraigo los datos fundamentalmente de dos entradas del recordado José M.ª Sempere, de sus Fruslerías en su blog Filatelia digital, artículos titulados La filatelia de hace un siglo en la prensa diaria (I y II)].

Sempere señala que la primera cita sobre el coleccionismo de sellos en nuestro país es probable que sea la aparecida en el periódico El Lloyd español, el martes 28 de abril de 1863, en donde se comentan algunos anuncios aparecidos en Londres por considerarlos interesantes, curiosos o extravagantes, y uno de los cuales decía:
“Sellos de correos.- Una señorita que desea forrar su dormitorio con sellos de correos ha sido tan bien secundada por sus amigos particulares que ha conseguido recoger 16.000. Pero siendo este número insuficiente, ruega a las personas benévolas que puedan disponer de estos objetos sin valor alguno, le ayuden a realizar su capricho”.

Sempere mismo destaca dos aspectos significativos de esta "noticia": que "se juzga como un “capricho” el deseo de recoger sellos de correos, calificación acertada habida cuenta se lleva a cabo como una mera acumulación de ejemplares sin criterio alguno de selección ni clasificación. Y, en segundo lugar, se consideran los sellos de correos como “objetos sin valor alguno” demostrando que el coleccionismo filatélico es tan incipiente que su demanda resulta prácticamente inexistente y en consecuencia el mercado no les confiere valor comercial alguno". (Se sobrentiende que se refiere a sellos usados o ya no válidos para franqueo). Quizás se puede comentar también de esta noticia que "la señorita" que quería decorar su dormitorio con sellos de correos debía ser una auténtica fan :lol: (o bien de la filatelia o bien del busto de la reina :lol:), aunque quizás su dormitorio no fuese el más sexy ni romántico de Londres. :mrgreen:
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CURIOSIDADES: CÓMO NOS VEÍAN A LOS CHIRIPITIFILATÉLICOS :lol: EN EL ÚLTIMO TERCIO DEL SIGLO XIX (II).

En enero de 1872, en el n.º 62 de la revista The American Philatelist, un artículo de W. Dudley-Atlee decía lo siguiente:

“En España es donde ha tenido gran incremento la literatura filatélica. Dos periódicos consagrados exclusivamente a sellos han salido a luz, pero por corto tiempo [1], a causa sin duda de la falta de constancia de sus editores, pues indudablemente el número de coleccionistas aumenta en aquel pais [2]. Los amplios trabajos publicados en folletos, revistas y gacetas por el Sr. Dr. Thebussem y los diferentes artículos estampados en El Averiguador [3] han prestado gran servicio a nuestra ciencia en tierra de los hidalgos”.

[1] Se está refiriendo a las dos primeras revistas específicamente filatélicas de nuestro pais: “El Indicador de los Sellos”, cuyo primer y único número fue editado en Madrid por Eduardo Gilabert en julio de 1870 y “El Coleccionista de Sellos” que con periodicidad quincenal publicó Balbino Cotter Cortés, también en Madrid, durante los meses de febrero y marzo de 1871, y que sólo alcanzó hasta el número 4. Como puede verse, todavía no aparece en ellas el término filatelia, ni filatélico, ni filatelista, que tan profusamente se había adoptado en la literatura anglosajona en aquel momento.

[2] Se puede entender y hasta disculpar el exagerado optimismo del gremio, en aquel momento muy incipiente, que subrayaba cualquier ligero avance que se producía en el campo del coleccionismo de sellos, pero la realidad no se alineaba necesariamente con estas expectativas. Durante todo el siglo XIX la afición filatélica fue cosa de "cuatro locos". El propio Sempere nos comenta en su artículo lo siguiente: "La “GUÍA DE SEVILLA para 1891” de Vicente Gómez Zarzuela, a pesar de editarse 20 años después de que apareciera el artículo de la revista americana, demuestra que ese crecimiento del número de filatelistas es una exageración al publicar la más ántigua relación de coleccionistas de sellos españoles y citar únicamente a doce en toda Sevilla al comenzar la última década del siglo XIX. Posteriormente, en 1898, el “ANUARIO FILATÉLICO DE ESPAÑA Y COLONIAS” de José R. Bourman, impreso en Málaga, nos confirma que sólo a fines de siglo el coleccionismo filatélico empieza a expandirse de forma notable en España".

[3] “EL AVERIGUADOR UNIVERSAL · Correspondencia entre Curiosos, Literatos, Anticuarios, etc. etc.” fue una revista que en su segunda época (1871-1872) se publicaba en Madrid con periodicidad quincenal contando con valiosas colaboraciones del Dr. Thebussem.
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CURIOSIDADES: CÓMO NOS VEÍAN A LOS CHIRIPITIFILATÉLICOS :lol: EN EL ÚLTIMO TERCIO DEL SIGLO XIX (III).

Hola a tod+s, amig+s :D. Hoy os dejo un par de citas/referencias de finales del siglo XIX que muestran cómo en aquella época a nuestros pioneros se les veía como auténticos frikis, que diríamos hoy. En la sociedad no se entendía bien qué "manía" era esa de "coleccionar sellos" y se nos tachaba a los filatélicos de 'locos', 'majaderos' o 'chiflados'. Para contextualizar estos dos textos tan anacrónicos hoy hay que entender que esta "afición" por coleccionar sellos era una cosa absolutamente nueva que, como otras que se citan, no se concebía en aquel momento por no haber existido antes. Obsérvese en el segundo texto, por ejemplo, que entre las "aficiones" consideradas chifladuras en aquellos momentos también están cosas tan diversas como la numismática, el ciclismo o el montañismo.

En “LA VANGUARDIA” del 20 de julio de 1886 leemos: “Pues señor, no hay duda que hay gente para todo. Unos coleccionan sellos. Otros cuentan las mayúsculas que lleva un número de la Gaceta. Estos suman los intereses que produciría un perro chico antes de la aparición de los perros sobre la superficie del globo”.

Y también en “LA VANGUARDIA” en fecha ya tan avanzada como el 8 de septiembre de 1889, un artículo que ocupaba ni más ni menos que toda la primera página del periódico, comenzaba citando al filósofo alemán Schopenhauer (el "pesimista"; quien juzgaba la vida humana “como una cadena de desdichas y como un tejido de calamidades"), para proseguir:

"El esfuerzo de la pobre humanidad, dice [Schopenhauer], es tan solo para aligerar en lo posible el peso de la vida, volverla insensible, matar el tiempo y librarse del aburrimiento de la existencia. Partiendo de este principio, cree que para llegar el ser humano al momento de la muerte sin ser tan desgraciado como es costumbre, es preciso que tenga una manía o dos si la salud se lo permite. Algunos, tomando el axioma al pie de la letra, creerán que la humanidad no ha de ser muy desdichada, ya que sus individuos están bien provistos de manías y preocupaciones, pero a esto añadiría el filósofo, que esas son aficiones pasajeras que no levantan ampollas en el cutis y que él se refiere directamente a las chifladuras crónicas, esto es: a las que absorben nuestra atención durante un largo período de tiempo, distrayendo el aburrimiento natural de la vida y haciendo la existencia más llevadera.
El número de estos chiflados se divide en tan extensa variedad de especies y son tantas y tan complicadas sus ramificaciones que nos sería imposible enumerarlos sin caer en involuntarias omisiones. Forman parte en primera fila, con sus innumerables especialidades, alguna de las cuales hace más cómica su manía disculpándola con el “interés de la ciencia” y que hacen por sí solos una galería curiosa de caricaturas; siguen luego los naturalistas aficionados que se pasan la vida clavando alfileres a toda mariposa o escarabajo que se les pone al alcance y almacenando todas las especies de caracoles que han existido desde mucho antes de la cristiandad; van siguiendo los numismáticos, recogiendo los ochavos de la historia; los cazadores de fósiles, revolviendo todas las canteras del planeta; los inventores frustrados y no comprendidos de su siglo, los alpinistas de secano subiendo a los más altos picos sólo para anotarlo en sus bastones, toda la caterva de aficionados, los cazadores, los velocipedistas, coleccionadores de sellos, de aleluyas, de gozos y otra infinidad no menos inofensivos y no catalogados todavía, que burlándose mutuamente de sus aficiones, forman gran núcleo, compacto y abigarrado”
.

¿Qué? ¿A que mola, vista en retrospectiva, esta cita? :D ¿Cómo se os queda el cuerpo de cómo nos veían antes, en los comienzos de la afición, cuándo aún no teníamos ni palabra para referirnos a nosotros mismos? :lol: :mrgreen: (obsérvese que todavía no han aparecido las palabras filatelia o filatélicos en ninguno de los textos vistos hasta ahora, aunque ya sí se utiliza la palabra numismáticos para referirse a los coleccionadores de monedas y que los primitivos aficionados al ciclismo todavía son velocipedistas).
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FILATELIA: LA PRIMERA APARICIÓN DE LA PALABRA EN CASTELLANO (I): LA BÚSQUEDA

Ya he señalado la analogía de que determinar el primer uso de una palabra en un idioma implica la misma actitud que determinar la primera fecha de uso de una marca filatélica: ambas son tareas arduas, de espíritu detectivesco, y sometidas a una constante mejora / revisión, pues siempre puede ocurrir que, después de determinar una, aparezca tiempo después una fecha más antigua. En el caso de las palabras, el objeto a estudiar no son las cartas, como en el estudio de las marcas filatélicas, sino que son los textos. En etimología clásica (las palabras antiguas) este campo de estudio (los textos antiguos) es muy limitado, lo que facilita el trabajo: basta con acudir a las primeras fuentes, yendo en escala de los textos más antiguos (Glosas, Mio Cid) a los siguientes (Alexandre, Apolonio, Berceo y ss.), hasta que aparezca la palabra por primera vez. Pero en el caso de las palabras modernas la aparición es más difícil de datar pues a la cantidad de obras literarias (muchísimo más numerosa) hay que añadir los ensayos, estudios, tratados, panfletos de todo tipo y, llegado un momento, la prensa (y, en la actualidad, incluso la televisión, internet, las redes sociales... donde puede ser que hayan aparecido algunas palabras incluso antes que en texto escrito en papel). Creo que se puede entender la dificultad de abarcar todos estos campos cuanto más modernas son las palabras.

Una cosa que ayuda mucho en etimología es que ya haya estudios previos realizados por otros autores, algo común en muchos gremios o campos intelectuales pero mucho más escaso en el nuestro. La literatura filatélica generalmente tiene un carácter meramente técnico (cuando no de mero catálogo), pero no hace ni filosofía, ni etiimología, ni hermenéutica (ni juicio crítico ni análisis histórico) de eso mismo que estudia. Entiéndase así: muchas veces un libro sobre Los dinosaurios en la filatelia, La emisión del Cid de perfil o Las carterías de Ciudad Real solo registran, catalogan o describen eso, pero poco o nada más. Incluso los grandes tratados como el Blas, el Duro o el Pinna son meramente descriptivos, pero no son críticos ni hermenéuticos. Entre los autores de filatelia que yo he leído apenas exceptuaría a Thebussem en lo clásico (todo en él es extraordinario porque todo en él es crítico) y a algunos artículos puntuales de Sempere o Bofarull, pero prácticamente en filatelia apenas hay trabajo previo analítico ya hecho y, sobre todo en etimología, prácticamente no hay nada. Con algunas palabras más antiguas o compartidas con otros campos puede haber algo realizado desde esos campos (y de ahí suelo partir yo), bien sean trabajos etimológicos desde el derecho, la diplomacia, la historia, la geografía... Pero con las palabras más modernas y más específicas nuestras, como es el caso de la palabra filatelia, obviamente no hay nada fuera de nuestro campo y hay que partir de cero.

Filatelia es una palabra, desde el punto de vista etimológico, muy moderna. Ya hemos visto que es un neologismo creado hace tan solo siglo y medio, lo que implica que más de un 97 % apróx. de las palabras de nuestro idioma son más antiguas que ella. (Igual que chundachunda, selfi , dana, frapé o jáquer (de hacker, = 'pirata informático', pero la palabra en castellano ya está admitida como jáquer) son palabras muchísimo más modernas, pues son de las últimas incorporadas por la Academia al DLE, lo que implica que todas las palabras del Diccionario son más antiguas que estas). En tanto la palabra nace en Francia en 1864, habría que partir de esa fecha y comenzar a buscar. Para las palabras modernas, el primer punto de partida consiste en la hemeroteca de la prensa de la época (por suerte digitalizada por la Biblioteca Nacional de España). Pues bien, las primeras referencias de las palabras philatelia, fliatelia, philatélico, -a, filatélico, -a (y también timbrofilia, timbrófilo, timbromanía o timbro-manos) son todas de la misma época y aparecen prácticamente a la vez: en el año 1870. A partir de mañana iré dejando las explicaciones más precisas y detalladas de esto.
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FILATELIA: LA PRIMERA APARICIÓN DE LA PALABRA EN CASTELLANO (II): EN LA HEMEROTECA.

En la hemeroteca de la Biblioteca Nacional de España (BNE) podemos encontrar que la primera aparición de la palabra filatelia en España en la prensa escrita (escrita la palabra como philatelia, con ‘ph’) se data el 21 de mayo de 1870 en el periódico El País (no el actual, obviamente, que nace en 1976, sino en un periódico homónimo del siglo XIX que comenzó a editarse ese mismo año de 1870, que se autodefinía como Diario político y literario y que tuvo corta vida; tampoco confundir este con otro periódico de idéntica cabecera, de orientación republicano-progresista, que se publicó entre 1887 y 1921, ni con un periódico local del mismo nombre, editado en Lérida entre 1879 y 1934). Recordamos, para contextualizar, que en 1870 España estaba inmersa en el Sexenio Democrático (1868-1874), tras el derrocamiento de la monarquía de Isabel II, y que nuestro país vivía un periodo de efervescencia cultural y política que dio paso al surgimiento de numerosas cabeceras de prensa independiente.

La primera aparición de la palabra filatelia en España en la prensa escrita (escrita ahora como filatelia, sin ‘ph’ y con 'f' inicial) se data unos pocos días después de la anterior, el 1 de junio de 1870 en el mismo periódico El País. Un par de meses más tarde, el 17 de agosto de 1870, también en el mismo periódico El País, aparecerán incluso juntas las dos palabras: philatelia y filatelia, en un artículo titulado Filatelia o philatelia que, precisamente, trata de discernir la grafía correcta de la palabra.

Y la primera aparición de la palabra timbrofilia/timbrófilo en la prensa escrita aparece también curiosamente, en la misma fecha que la anterior citada, el 17 de agosto de 1870, en otro periódico, en este caso en La Nación, publicado en Madrid.

¿Quiere esto decir que estas son las primeras apariciones en texto escrito de las palabras? No exactamente. Y este 'no exactamente' va a explicar también por qué las tres palabras (filatelia en sus dos grafías: con 'ph' inicial y con 'f', y timbrofilia y sus derivados) aparecen casi a la vez y simultáneamente. Esto es así porque, en realidad, todas estas apariciones en la prensa escrita responden a una aparición anterior en otro texto, que en este caso sí se puede considerar la primera aparición tanto de philatelia (con 'ph') como de timbrofilia. Lo que esos artículos de la prensa citados hacen no es otra cosa que dar cuenta de esa aparición de esa palabra nueva, remitiendo, de un modo u otro, a ese texto previo y precursor.

Y este texto previo y precursor de las palabras timbrofilia y philatelia no es otra cosa que el opúsculo Kpankla del doctor Thebussem, aparecido en su primera edición el 10 de marzo de 1870. Al doctor Thebussem se le puede considerar propiamente como al introductor de la palabra philatelia en España y quizás tambén lo sea de la palabra timbrofilia, y Kpankla marca la primera fecha y obra de aparición de la palabra philatelia (en el doctor Thebussem siempre con 'ph' inicial) en nuestro idioma, como veremos más adelante.
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FILATELIA: LA PRIMERA APARICIÓN DE LA PALABRA EN CASTELLANO (III): KPANKLA (HOMENAJE AL DOCTOR THEBUSSEM).

Tengo para mí que KPANKLA (leasé k[a]pank[a]lá), del doctor Thebussem, ostenta dos títulos en el capítulo de la literatura filatélica: ser la primera obra de literatura filatélica crítica y analítica, y ser la mejor. El que desde la primera obra no la hayamos superado después de más de siglo y medio dice mucho (y no precisamente para bien) de por dónde se reorientó la literatura filatélica de nuestro país, que desde luego no siguió los derroteros abiertos por Thebussem, sino otros. Haciendo un juego de lenguaje yo diría que desde Thebussem se han publicado miles y miles de libros de filatelia (en su aspecto técnico: analizando meramente una vertiente específica de la misma), pero no se ha publicado ninguno sobre filatelia (esto es: analizando críticamente el estado de nuestra afición, sus potencialidades, sus perspectivas, sus amenazas, sus oportunidades...) a excepción de las fruslerías editadas por José M.ª Sempere en su blog y de algunos posts de un tal Retu :lol: (y algún otro forero más :wink:) en el foro Ágora de filatelia.

El por qué solo nos interesan los objetos de nuestra afición y no la afición misma es un insondable misterio para mí que se manifiesta incluso en este mismo foro cuando alguien intenta extender un topic cualquiera de su cerrado espacio y llevarlo a una crítica analítica mayor, y ahí ya, prácticamente, son pocos los que le siguen y muchos los que se van retirando lentamente. Estoy convencido de que veré (en realidad ya he visto parecidas) editarse cosas muy especializadas como El error de dentado de la variedad sin filigrana del sello de 2 reales invertido de la Guyana nororiental. Estudio especializado (que sería un libro de filatelia), pero no creo que nadie publique nunca, porque no lo leería nadie, un texto titulado Filatelia: auge y caída de nuestro hobby (que sería un libro sobre filatelia), en el que se hablase, estudiase, analizase y criticase (filosófica, sociológica e históricamente) la evolución de la filatelia y del coleccionismo de sellos a lo largo de los últimos 150 años.

Con Kpankla nace también todo un estilo de literatura sobre filatelia: inmensamente crítico (pero muy constructivo), mordaz, socarrón, incisivo, erudito y provocador / removedor de conciencias, que es el estilo (impagable y único) del doctor Thebussem, del que este humilde juntaletras se manifiesta un gran admirador y un modesto continuador. Pero también creo que, a pesar de todo, si el doctor Thebussem resucitase y apareciese en este foro, le daríamos más palos que a una estera porque generalmente no nos suele gustar que nos pongan frente a un espejo (y que nos obliguen a mirar hacia dentro, a analizarnos por dentro) o que se cuestione y remueva el statu quo. Y a Thebussem le debemos también (y sobre todo) la introducción de las palabras philatelia (y philatélico, philatelista), timbrofilia (y timbrófilos) y timbrómanos (o timbro-manos) en castellano, como iremos viendo seguidamente. :)
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Re: DESTRIPANDO LAS PALABRAS FILATÉLICAS

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FILATELIA: LA PRIMERA APARICIÓN DE LA PALABRA EN CASTELLANO (IV): KPANKLA .

KPANKLA es un opúsculo publicado por el Doctor Thebussem que, debajo de su título y dedicatoria, contiene la leyenda: "Wurzburg, 10 días de Marzo; año de 1870", lo que nos da la fecha de su redacción (y publicación en las semanas siguientes): el 10 de marzo de 1870, pero no así la del lugar de escritura pues, como la gran mayoría ya sabéis, Wurzburg es la "patria ficticia" del personaje del Doctor Thebussem (que se hacía pasar por un erudito alemán) y que en realidad era un alter ego de Mariano Pardo de Figueroa, un gran erudito, eso sí, pero que nació y murió y vivió toda su vida en la bella localidad gaditana de Medina Sidonia. A la primera edición de KPANKLA (autoeditada, generalmente un centenar y medio de ejemplares que solía repartir entre otros amigos eruditos suyos), le siguió, dado el éxito y el eco que alcanzó la primera, una segunda edición de 300 copias realizada en 1871 con el título de (Segunda edición de) KPANKLA (y primera de) KLENTRRON. Cartas philatélicas.

Las apenas 40 páginas que tiene KPANKLA están subdivididas en diez apartados de 3, 4 o 5 páginas cada uno, que llevan títulos tales como I. Trátanse cuestiones de nombre (en el que trata sobre las cuestiones etimológicas y lexicográficas de nuestras palabras, con recomendaciones a la propia RAE; un poco lo que se pretende hacer en este hilo); III. De los coleccionistas de sellos de correos; V. Periodicografía (si la palabra vale) y otras cosas; VI. Apúntase la causa de escasear los timbrófilos en España; VII. Que no es pecado nefando ser coleccionista de sellos de correo; VIII. Indirecta (de las llamadas del Padre Cobos) á los jefes y subalternos de Comunicaciones (vulgo Correos) de España, etc., etc. Creo que los propios títulos de los apartados pueden dar suficiente cuenta, para el que no haya leido a Thebussem, del estilo de este genial personaje, que no deja títere con cabeza y que se atreve a meterse con todo lo que haga falta, siempre en pro de defender, ennoblecer e instaurar y dinamizar nuestra afición.

KPANKLA es la primera obra sobre filatelia editada en España, como dice el propio Thebussem en el cierre del libro:
"Aquí fenece el presente librito, llamado KPANKLA y KLENTRRON) que es el primero que en España ha salido á luz sobre Philatelia. Fue impreso en la villa y córte de Madrid, en casa de M. Ridabeneyra, calle del duque de Osuna, número 3, y acabóse á 30 dias andados del mes de Noviembre del año del nacimiento de Cristo de MDCCCLXXI años". (Se respeta la ortografía original; y nótese que el propio autor dice que es una obra 'sobre Philatelia'; véase lo comentado en post anterior).
Pues bien, KPANKLA es también la obra donde aparecen por primera vez, bajo la pluma de Thebussem, las palabras philatelia (en Thebussem escrita siempre con 'ph' inicial) (y sus derivados; philatélico, philatelista) y timbrofilia (y timbrófilos) y timbromanía (o timbrómanos, escrito a veces como timbro-manos). Lo curioso es que aparecen indistintamente, mezcladas unas con otras, a veces en la misma frase una (philatelia o un derivado suyo) y la otra (timbrofilia o timbromanía o algún derivado de estas), lo que expresaría el estado incipiente de la cuestión, de que las palabras acaban de nacer y no están todavía consolidadas, lo que corrobora también la ortografía titubeante (la disquisición entre philatelia con 'ph' y filatelia con 'f' aparecerá inmediatamente a partir de este opúsculo de Thebussem) incluso en el propio autor (que no se decanta entre timbrómanos y timbro-manos, como si tuviera dudas de cuál era más precisa y ajustada al lenguaje). Esto es lo que tiene ser un pionero.
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Jose
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Re: DESTRIPANDO LAS PALABRAS FILATÉLICAS

Mensaje por Jose »

Sabemos que el Doctor Thebussem es en realidad el Doctor embustes, pero ¿que significan KPANKLA y KLENTRRON?
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LPerez
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Mensaje por LPerez »

Jose escribió: 23 May 2025, 11:54 Sabemos que el Doctor Thebussem es en realidad el Doctor embustes, pero ¿que significan KPANKLA y KLENTRRON?
Hola:

KPANKLA.jpg
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Saludos
Luis Pérez
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Re: DESTRIPANDO LAS PALABRAS FILATÉLICAS

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Efectivamente, Jose, como muy bien observas, Thebussem es un nombre ficiticio que Mariano Pardo de Figueroa creó haciendo un anagrama con las letras de 'EMBUSTES', añadiendo la 'h' al inicio para dar más aspecto germánico a su alter ego.

Y con respecto al significado de KPANKLA y KLENTRRON sí es cierto que merece una explicación, que Lperez ya ha dejado en parte, y que nos puede servir para entender un poco más la actitud 'juguetona' habitual de Thebussem con el lenguaje. KPANKLA es una obra escrita en lenguaje epistolar; en realidad es una carta que Thebussem dirige en 1870 a su amigo y otro erudito Eduardo de Mariátegui, de la que sacó unas pocas copias de manera privada para regalárselas a otros amigos eruditos de la época y que, visto el éxito que obtuvieron esos pocos ejemplares en ciertos ambientes se le propuso editarla más profesionalmente (con una tirada de 300 ejemplares) en 1871, cosa que hizo Thebussem añadiendo a KPANKLA el opúsculo KLENTRRON, de 10 páginas, que, en realidad este no es obra de Thebussem sino que fue la respuesta (también epistolar) que Eduardo de Mariátegui le dirigió al propio Thebussem.

Como se puede ver, al principio todo esto no pasaba de ser más que un juego de eruditos de la época que, a falta de emails, o whatapps, ¡o foros como este Ágora! :lol:, pues se entretenían y divertían entre sí mandándose cartas con sus "peregrinas ideas". Por eso, el lenguaje de todas estas comunicaciones es tremendamente divertido, pues es informal, pero con numerosos juegos de palabras, de muy alta calidad literaria, dado que, en cierto modo, pugnaban entre sí por demostrar su ingenio y su erudición. Parafraseando a Obélix se podría decir que "estaban muy locos estos eruditos del siglo XIX" o, quizás, que se aburrían mucho en una época sin internet, sin foros, sin Netflix, sin tele, incluso sin cine todavía y su entretenimiento habitual era compartir su erudición y su inventiva entre sí. Era muy habitual esto en los distintos cenáculos ilustrados de la época, aunque quizás se debería decir en los círculos meramente alfabetizados de la época, pues habría que recordar que en esa época todavía menos del 3% de la población tenía una educación que hoy podríamos considerar 'media-baja' (lo que serían una EGB o una ESO de los siglos XX-XXI, y se calcula que un 5% más podría tener unos meros rudimentos que alcanzaban tan solo a saber leer muy precariamente y escribir muy poco más que la firma, dejando a más del 90% de la población (jornaleros, campesinos, proletariado...) en el más completo analfabetismo. Lo de la 'educación universal' es un invento (muy discutido por las clases altas en su momento, que prefieren siempre tener a la masa adocenada) que trajo Azaña, en el primer bienio de la II República (1931-1933), y que constituyó su gran reforma junto a la reforma agraria.

la explicación del significado de KPANKLA nos la da el propio Thebussem al final de su obra y expresa e ilustra a su vez este 'analfabetismo' general de la época, en donde las cosas se escribían "como sonaban", sin que los que las escribían tuviesen nociones de gramática u ortografía. Os dejo las propias palabras de Thebussem con su ortografía de la época:

"Tal vez (sin que esto sea ofender tu caletre [= 'discernimiento, capacidad']) no hayas entendido la palabra KPANKLA, y ménos su aplicacion como título de esta carta.
Si tienes curiosidad, escucha. Hallábame yo, hace años, en cierto pueblo de la provincia de Sevilla, y allí vi con letras blancas y sobre fondo negro, la inscripcion á que me refiero. No la entendí, ni la entendieron tampoco los muchos españoles ilustrados á quienes consulté. Sedienta mi curiosidad, preguntéle á una pobre vieja, vecina del abandonado edificio donde el rótulo se hallaba, qué era lo que en él decía. Contestóme que no sabía leer, pero que veinte años atrás vendían allí kpanklá. -Y ¿qué diablos, repliqué yo con vehemencia, quiere decir kpanklá en lengua española? -Señor, esto, esto, -respondió la anciana con sorpresa y dando dos palmadas en la pared.
Entónces comprendí que kpanklá (igual á ca p'ancalá) quería decir
¡CAL PARA ENCALAR!"
:lol: :lol: :mrgreen:

Y la respuesta al significado de KLENTRRON la da el autor de la epístola respuesta a la original de Thebussem, Eduardo de Mariátegui:

"Réstame solo para concluir explicar la palabra klentrron, que sirve de título a esta carta. sin más razón que por habérmela recordado el título de la tuya. Hace años, tantos que Chamberi áun no tenía iglesia, en una de las últimas casas de la calle de la Mala de Francia, y con grandes letras negras se leia la citada inscripcion. Más afortunado que tú, no tuve que preguntar á nadie lo que el pintor habia querido escribir, y comprendí á los pocos momentos que allí se vendia:
¡CAL EN TERRON!"


Muchísimas gracias por la pregunta, Jose, pues de esto se trata: de que aprendamos todos juntos algunas cosillas históricas y curiosas sobre las palabras de la filatelia a lo largo de la historia y que participéis todos con vuestras consultas y/o comentarios. Si alguien tiene cualquier otra consulta que hacer, no tiene más que decirlo.
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Jose
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Re: DESTRIPANDO LAS PALABRAS FILATÉLICAS

Mensaje por Jose »

Gracias a vosotros por tan ilustrada y generosa explicación.
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retu
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Re: DESTRIPANDO LAS PALABRAS FILATÉLICAS

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FILATELIA: LA PRIMERA APARICIÓN DE LA PALABRA EN CASTELLANO (V): EL ECO DE KPANKLA .

Lo primero igual no siempre es lo mejor, pero siempre ostenta el honor de ser "lo primero". Todos recordamos las primeras veces de haber hecho algo, y no recordamos la 5.ª, la 27.ª o la 189.ª, aunque fuesen mejores. Y todos recordamos a Scott, a Amundsen, a Hillary, a Lindbergh o a Armstrong por ser los primeros en haber hecho algo, y muy pocos se acuerdan de ninguno de los cientos o miles de personas que después de ellos han hecho la misma cosa. Es el mérito de abrir el camino, de ser los pioneros, de ser las personas "con las que comenzó una determinada historia".

En nuestro caso, nuestra historia comenzó con Kpankla del doctor Thebussem [Mariano Pardo de Figueroa]. Es la primera obra de literatura filatélica; es la primera obra que trata de la filatelia; él es el primer autor que habló de filatelia y en ella nació la palabra filatelia (y timbrofilia y timbromanía) en castellano. Mariano Pardo de Figueroa no pasaba de ser un erudito de su época: hijo de una familia de Medina Sidonia de cierto estatus social y holgura económica, nació en 1828, estudió latín, inglés, francés e italiano, cursó estudios de Derecho en Sevilla y Granada, para doctorarse posteriormente en Madrid (1854) y posteriormente, durante algunos años, algo poco acostumbrado en la España de su época, viajó por Europa y África, quedando especialmente impresionado por Londres y la cultura británica. Al final de esta etapa, retornó a su pueblo natal con treinta y cinco años y prácticamente no volvió a salir de él hasta su muerte en 1918. Habría que añadir que lo filatélico tampoco ocupaba el mayor ámbito de estudio de Thebussem, que pasa más a la historia como eminente estudioso de Cervantes y como pionero también de la literatura gastronómica en nuestro país. Y Kpankla tampoco es una obra perfecta, pues mantiene e instaura en castellano el error etimológico de preferir philatelia a philotelia, probablemente porque él, un fervoroso apasionado de todo lo british, compró la palabra como lo hicieron los anglosajones, seducidos quizás más por su belleza que por su precisión etimológica, aunque él era consciente de las disquisiciones habidas sobre este punto, como así se deduce de la propia Kpankla, cuando menciona por primera vez la palabra al referirse a "las Sociedades Philatelicas de Lóndres, Heidelberg y Nueva York" y en nota a pie de página nos dice que el vocablo philatelia "cuya interpretación se ha resistido a las quijadas de más de un helenista europeo, ha tenido la suerte de ser proahijado en todo el mundo".

Llegados a este punto alguien podría apuntar que Kpankla, en realidad, no pasa de ser más que una carta particular que Thebussem escribe a un 'su' amigo, Mariátegui, de la que el propio Mariátegui encarga una impresión privada de un puñado de copias para hacerla llegar a otros amigos y a algunos periódicos de la época. Podría pensarse, con cierta lógica incluso, que esto "no es para tanto", pero si pensásemos así se nos estaría olvidando el salto abismal que existe de la nada al ser, y estaríamos perdiendo de vista el momento histórico (pionero) en el que nos encontramos: antes de Kpankla no había nada; la filatelia no existía ni tenía palabra. Se puede decir con toda propiedad que los sellos adhesivos nacen en GB en 1840 y en nuestro país en 1850, pero no se puede decir que "la filatelia nació en 1850"; al principio solo nació el sello. No fue hasta unos años más tarde, cuando se empezó a coleccionar el sello, que nació la filatelia y, según las referencias, esto no empezó a ocurrir hasta mediados de la década de los años 60 del siglo XIX. Y con Kpankla, en 1870 en nuestro país, se da carta de naturaleza a esta afición, se la describe, y se la pone nombre, todo en uno. Y lo que tienen las primeras veces es que el eco de ellas es enorme y llega a todos los sitios, pues antes "no había nada" (filatelia) y ahora, de repente, "lo hay".

El eco de Kpankla será imparable y marcará todo el éxito y la evolución de la palabra. Como ya se ha anticipado en algún post anterior, las primeras apariciones de la palabra en la prensa hacen todas referencia a Kpankla o son cartas de Thebussem a los directores de los periódicos, explicando el porqué de Kpankla. Os dejo, a modo de ejemplo, la primera aparición de la palabra philatelia en la prensa escrita de la época, una carta de Thebussem en su particular estilo (en el que cuesta distinguir lo real de lo ficticio) dirigida al ya reseñado periódico El País, diario político y literario madrileño, publicada el 21 de mayo de 1870, un par de meses después de que Thebussem escribiera su carta Kpankla a Mariátegui:

Kpankla en El País, 1870.jpg
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retu
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Re: DESTRIPANDO LAS PALABRAS FILATÉLICAS

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FILATELIA: LOS TRES ERRORES DE THEBUSSEM.

A lo largo de la Historia (me referiré en este punto a la Historia en Occidente, pues en Oriente hay y ha habido también siempre mucha Historia) han sido muchos y variados los que podríamos calificar como los 'centros culturales, sociales, políticos y económicos' que han liderado el mundo o influido en él, o los 'centros de poder e influencia' si se prefiere. Obviamente, si le preguntasen a cualquiera cuál era el 'centro del mundo político, social o cultural' (siempre hablando desde la perspectiva occidental) del siglo I o II d. C. todo el mundo contestaría que "Roma", como también tendríamos claro que el área de mayor influencia en la segunda mitad del siglo XX (y quizás hasta hoy) ha estado en los USA, aunque no tengo tan claro, para nada, que lo siga siendo a partir de ahora el resto del siglo XXI, máxime después de la autarquía promovida por el pato disneyano al frente y el baboso sometimiento de todos los sectores USA a su Gran Hermano). Si hablamos de finales del siglo XVIII tendríamos que decir París. Y hasta a nosotros podría tocarnos también en algún momento (aunque no se podría decir, exactamente, 'España', si bien algunos seudopatriotas bastante ignorantes seguro que se apropiarían del nombre): no sería exagerado decir que Córdoba, en el siglo X, era la capital cultural del mundo 'conocido' o que Flandes, en el siglo XVI, era el centro económico del mundo occidental. Puede que se pudiera discutir un poco alguno de estos ejemplos, pero hay uno en el que todos los historiadores coincidirían siempre: que el siglo XIX es de Gran Bretaña y el centro del mundo político, económico, social y cultural en general (con la única excepción de lo artístico, donde a finales de siglo se puede imponer París) estaba en Londres. La industrialización del XIX se inicia en GB y la lidera abundantemente; la colonización, ídem; el desarrollo mercantil y comercial, ídem, y los cambios sociales y primeras innovaciones (desde las máquinas de vapor hasta los deportes y las formas de ocio; desde el convertidor Bessemer hasta los clubs sociales) son inventos británicos.

Viene esto a colación para disculpar ciertos errores del doctor Thebussem (en mi opinión, derivados de la 'influencia británica'), que afectan a nuestra afición y que se han mantenido hasta hoy. Thebussem fue un anglófilo fanático, que quedó embobado de Londres en su estancia allí por el alto nivel cultural que había y la abundancia de cenáculos o círculos eruditos (los famosos clubs ingleses de caballeros). También es cierto que en esa época, mediados del XIX, España era un páramo en ciertos ámbitos culturales: el desastroso periodo del sádico, nefasto, palurdo y cateto Fernando VII, unido a un alto poder de un clero papanatas (y que prefería tener a la masa adocenada) dejó al país hecho unos zorros en lo cultural y científico en la primera mitad del siglo y las glorias de antaño desaparecieron para dar paso a un país de tercera, que se vanagloriaba de su ignorancia, que proclamaba "que inventen ellos", y en el que los héroes del país eran toreros, bailaores o bandoleros, pero en el que los filósofos no existían (en el XIX España está muerta en todo lo que se refiere al pensamiento) y los pensadores de cualquier tipo, o los científicos, eran desdeñados por unas clases nobles analfabetas a más no poder. Si a alguien le parece este escrutinio un poco exagerado, por favor, que se repase a Mariano José de Larra, casi lo único potable nuestro de toda la primera mitad del XIX. Y para el que aún tenga alguna duda le dejaría un dato que resulta de absoluto dolor para nuestros ojos: A principios de 1830 Gran Bretaña ya había tirado toda la línea ferroviaria del país (el 98% de la actual). Puede entenderse que ellos fueran adelantados porque fueron el país inventor. Bien, veamos a otro país más cercano. En 1846 Francia completa su estructura radial ferroviaria con el último tramo de la línea París-Tours. ¿Cuántos kilómetros de red ferroviaria había en España en ese momento? Cero; cero patatero, pues como todos probablemente conozcamos, la primera línea ferroviaria en la península fue la Barcelona-Mataró, de 30 kms, en 1848 (la primera en España fue la línea La Habana-Güimes en Cuba). Cuando GB, Francia (y algunos otros países europeos) ya habían completado su trazado ferroviario aquí no habíamos ni empezado. :evil:

Obviamente, a cualquier persona culta española a mediados del XIX que pasase por Londres le habrían hecho chiribitas los ojos al ver cómo estaban de desarrollados culturalmente y tecnológicamente allí. Un español que estuviese en GB en la década de 1840, y que viajase con toda normalidad en tren de una ciudad a otra, tendría que flipar pensando además por qué bemoles en su país, España, no había nada de eso. Y eso es, probablemente, lo que le ocurrió a Thebussem. Pero esa anglofilia, y pensar que todo lo que venía de anglo era bueno, le llevó, creo yo, a cometer tres errores con la palabra filatelia, de los que dos se han quedado:

1) Ya hemos comentado que compró muy acríticamente la palabra philately, sin entrar en la disquisición etimológica de los helenistas que abogaban por philotely/philotélie/philotelia. Nos hemos quedado con la 'a' en todos los países menos en Grecia y ya no vamos a entrar más en este punto.

2) También adoptó el sufijo inglés -ist (philatelist) para el derivado de la palabra referido a las personas y lo transcribió literalmente como philatelista, sin hacer un análisis filológico de la palabra en castellano. '-ist' es el sufijo principal en inglés para referir 'oficio, profesión o dedicación a algo': archaeologist, biologist, botanist, cardiologist, chemist, dermatologist, geologist, gynecologist, ornitologist, pathologist, phisicist, psychiatrist, radiologist, scientist, sociologist... Pero es que '-ist' no es un sufijo principal en castellano (y casi todas las palabras que llevan ahora -ista' en nuestro idioma son oficios modernos y tomados en calco del inglés, lo que estamos precisamente criticando aquí). Para expresar 'oficio, profesión o dedicación' en castellano tenemos '-ero' para los oficios más manuales e '-ico' y '-logo' para los oficios o dedicaciones más científicas o intelectuales; en el caso de los ejemplos anteriores en inglés expuestos nosotros no decimos *dermatologista o *sociologista, sino arqueólogo, biólogo, botánico, cardiólogo, químico, dermatólogo, geólogo, ginecólogo, ornitólogo, patólogo, físico, psiquiatra, radiólogo, científico o sociólogo. Volveré sobre esto, y la distinción entre filatélico y filatelista, unos posts más adelante.

3) Y el tercer error, que este por suerte no ha quedado, porque era imposible que quedase, era el de transcribir la palabra philately en mero calco, con los mismos caracteres que la original inglesa, esto es, con 'ph' inicial. Thebussem siempre escribió philatelia con 'ph', con un par, cuando las letras 'ph' no pueden formar escritura en castellano y para representar ese sonido nosotros tenemos la 'f'. Que los ingleses escriban phisicist no nos lleva a nosotros a escribir *phisicista o *phísico, porque no existe esa combinación de letras en nuestro idioma, pues lo mismo debería haber hecho Thebussem con philately y haberla pasado a filatelia. En el próximo post veremos más a fondo esta cuestión viendo cómo la palabra filatelia (con 'f') en castellano nace apenas unas semanas después de que haya aparecido philatelia, cuando alguien hace lo mismo que estoy haciendo yo ahora, y le mete un rapapolvo a escribir philatelia cuando vio la palabra escrita así. :D
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Re: DESTRIPANDO LAS PALABRAS FILATÉLICAS

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FILATELIA: LA PRIMERA APARICIÓN DE LA PALABRA EN CASTELLANO (VI): FILATELIA CON 'F' INICIAL.

En la línea de lo comentado en el post anterior, la primera aparición de la palabra filatelia escrita como debe ser :D, con 'f' inicial, se detecta tan solo diez días después de la aparición de philatelia con 'ph', en el mismo periódico El País, el 1 de junio de 1870, en una carta escrita por José Ruiz y Ruiz, a la sazón firmada también en la localidad de Medina Sidonia, la localidad de Thebussem, y dirigida a un tal Emilio B. Reinoso.

1) Aunque esta carta está publicada en la prensa el 1 de junio de 1870, lleva la data de escritura del 22 de mayo de 1870, tan solo un dia después de la publicación de la carta-artículo de Thebussem donde se veía philatelia con 'ph'. Esto no pasaría de ser más que una mera coincidencia, pues, en realidad, la carta de José Ruiz y Ruiz no está contestando a Thebussem, sino a Emilio B. Reinoso, a una carta de este último mandada a Ruiz y Ruiz el 3 de mayo de 1870 y publicada en El diario de Cádiz, al parecer, algunos días más tarde (no he podido localizar esta referencia de El diario de Cádiz; no parece estar digitalizada). En cualquier caso, lo que se estaría evidenciando es que en el mes de mayo de 1870 la palabra philatelia creada por Thebussem ya estaba empezando a circular y Ruiz y Ruiz va a contestar a ese 'nacimiento'.

2) Por el nombre y apellidos muy comunes me es imposible precisar quién pudiera ser José Ruiz y Ruiz. Con el nombre completo aparecen cientos de referencias en la red, y con "José Ruiz" varios miles. A mediados del siglo XIX hay un libro publicado por un erudito sobre astronomía bajo el nombre de José Ruiz y Ruiz como referencia, quizás, más cercana al ámbito de los eruditos del siglo XIX. Personalmente presumo que pudiera ser otro erudito de Medina Sidonia, vecino, por tanto, de Thebussem. Emilio B. Reinoso sí es localizable y era otro erudito, dedicado fundamentalmente a estudios cervantinos (recordamos que esta era la principal dedicación de Thebussem), autor de numerosos trabajos sobre Cervantes y miembro del círculo de eruditos amigos del doctor Thebussem.

3) Esta carta-artículo de José Ruiz y Ruiz es larga, ligeramente farragosa y va pasando por varios temas, pero básicamente se centra en comentar la aparición de Kpankla, elogiándola como una fresca novedad, pero dando un palo muy grande a la utilización de la palabra philatelia con 'ph'. Os dejo en imagen el primer párrafo de la misma, en el que deja un rapapolvo explicando muy claramente por qué nunca debe escribirse philatelia con 'ph' en castellano, y para el que quiera profundizar un poco más en la lectura de la carta, dejo el enlace al artículo publicado en El País: https://hemerotecadigital.bne.es/hd/es/ ... =filatelia

Filatelia con f.jpg
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Re: DESTRIPANDO LAS PALABRAS FILATÉLICAS

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FILATELIA O PHILATELIA.

No estáis comentando nada de la curiosísima forma en que la sociedad del último tercio del siglo XIX veía a los pioneros de nuestra afición. Los contemplaba como auténticos 'frikis', que diríamos hoy, y en aquella época se consideraba que la filatelia era una cosa absurda, totalmente inútil, sin ningún sentido. Como muestra os dejo el siguiente fragmento de un apunte del periódico El País del 16/08/1870 en el que, en la afilada y sibilina prosa del XIX, se nos llama de todo menos 'bonitos' y se subraya la inutilidad de esas "nimiedades" (sic) que son los estudios filatélicos (las comparaciones con la flora del coliseo romano o los infusorios del vinagre son un poco 'dolorosas' :mrgreen:).

Filatelia o philatelia.jpg

El resto del texto, del que os dejo el enlace: https://hemerotecadigital.bne.es/hd/es/ ... =filatelia,
es también buenísimo. Es un texto del doctor Thebussem, mucho más desconocido que otros suyos, en el que cuestiona a un jurisconsulto amigo suyo sobre la cuestión legal de si la propiedad legal de las cartas debe corresponder al remitente o al destinatario, hace sus habituales recomendaciones a la Academia de la Lengua Española sobre cuestiones filológicas de los nombres de las palabras filatélicas y, de paso, aprovecha para no dejar títere con cabeza, en el estilo habitual de su prosa, o darle a todo lo que se menea que pase por nuestra afición. Impagable. :D
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