Secours Populaire de Belgique
Las relaciones diplomáticas entre España y Bélgica al iniciarse la guerra civil tienen que enmarcarse dentro de la política interna de dicho país que, como en otros casos, van a repercutir en la acogida, más o menos calurosa, que depararon a los nuevos Embajadores españoles enviados por la República.
En un momento en que los países europeos tomaban posiciones en relación con el estallido de la guerra civil española tratando de proteger la paz mundial, las declaraciones del Rey Leopoldo contentaron a unos y preocuparon a otros. Evidentemente, tanto Alemania como Italia acogieron con agrado el fin de la política de alianzas y el del mito de la seguridad colectiva. Por el contrario, Francia e Inglaterra temieron que Bélgica se deslizara hacia la órbita alemana, e incluso Moscú recibió con preocupación la ruptura de las alianzas contraídas en Locarno.
Para el nuevo gobierno republicano surgido el 4 de septiembre de 1936, la actitud del gabinete van Zeeland dejaba pocas esperanzas para que la balanza se inclinase en favor de la causa republicana. El nuevo Ministro de Estado, Julio Álvarez del Vayo, decidió enviar como Embajador a Bruselas una personalidad que no despertase excesivos recelos ante la Corte belga, y pensó en Ángel Ossorio y Gallardo, jurisconsulto madrileño que había sido Decano del Colegio de Abogados de Madrid.
Ossorio, que a finales de la Dictadura del General Primo de Rivera, se declaraba monárquico sin rey, al estallar la sublevación, desde los periódicos Ahora de Madrid, y La Vanguardia de Barcelona, dio su primer grito de: ¡Viva la República!, abandonando su postura anterior. A fin de poder entender la actitud del gobierno belga no hay que olvidar los grandes beneficios que las empresas belgas recibían de sus inversiones en España, y que le llevaron a recelar de la política republicana y, en cierta manera, a apoyar a los rebeldes.
El 28 de diciembre de 1936, el Encargado de Negocios de la Embajada de Bélgica en Madrid, Joe Berryer, descubrió el cuerpo sin vida del Barón Jacques de Borchgrave, Agregado de la Embajada, en una fosa común en la localidad de Fuencarral. El Barón de Borchgrave habría sido asesinado por infiltrarse entre los brigadistas belgas que defendían la capital y haber organizado una deserción masiva de los mismos. Algunos historiadores consideran que posiblemente fue asesinado por la brigada de servicios especiales del Ministerio de la Guerra, dirigida por entonces por el anarquista Manuel Salgado, porque antes de la guerra el Barón de Borchgrave era el representante de la casa Mercedes. La actitud de la diplomacia belga ante la guerra civil española fue desde sus inicios hostil al gobierno republicano. El 25 de octubre de 1936, el Embajador Evers ya había sugerido al Ministro de Asuntos Exteriores, Spaak, el reconocimiento de Franco. Los telegramas que se recibían en el Ministerio reflejaban el rechazo unánime ante el caos, el torbellino sanguinario el pillaje y los asesinatos, culpando al gobierno republicano de haber armado al pueblo. En Bélgica, el asesinato de Borchgrave fue comparado en los círculos de derechas con el de Calvo Sotelo. Pero incluso dentro del gobierno se creó una crisis de tal importancia que, el Primer Ministro van Zeeland aprovechó la ocasión para pedir la dimisión del socialista Emile Vandelverde, Ministro de Sanidad y Vice-Presidente del gobierno. Vandelverde hubiera podido, como la mayoría del gobierno belga, tomar partido contra el gobierno de Largo Caballero, pero optó por presentar su dimisión el 28 de enero de 1937.
En enero de 1938 los gobiernos de la República y de Bélgica renunciaron a proseguir el contencioso del caso Borchgrave ante el Tribunal Internacional de Justicia por no haber encontrado pruebas el gobierno belga de la participación de agentes del gobierno de Largo Caballero en el asesinato. El gobierno republicano pagó la indemnización requerida que se elevaba a un millón de francos belgas. Si bien el gobierno belga no reconoció inmediatamente al gobierno de Burgos, sus relaciones con Franco fueron consolidándose hasta que, finalmente, en agosto de 1938, Georges Delcoigne fue enviado a la zona rebelde. Como consecuencia de tal decisión, el gobierno de la República llamó a Barcelona a Ruiz Funes, y Spaak hizo lo mismo con el Cónsul belga en Barcelona, Walter Loridan.
El Ministro de Asuntos Exteriores de Franco, Conde de Jordana, decidió acreditar como su Representante en Bélgica a Ernesto Zulueta quien presentó sus Credenciales a Spaak el 10 de febrero de 1939, El Agente belga M. Polain presentó las suyas en Burgos el 27 de febrero. El reconocimiento «de iure» por Bélgica del gobierno de Franco tuvo lugar el 21 de marzo de 1939.
Las viñetas fueron creadas para recaudar fondos para los niños que fueron evacuados a Bélgica desde Francia. Ese país recibió en torno a 5000, de los que 3350 eran vascos. Llegaron en tren en distintas expediciones. Impresiona contemplar los rostros de los niños, con expresión triste y el ceño fruncido, dejan traslucir una hostilidad interrogante: ¿Por qué han tenido que irse tan lejos de sus casas?, cuál es su culpa?.
En la foto una doble hilera de niños comen en un refugio tras su llegada al pueblo de Comblain-au-Pont, en la provincia de Lieja. El que está en un primer plano a la derecha mira al fotógrafo, pero a los demás no les preocupa la cámara, el viaje ha sido demasiado largo y hay que reponer fuerzas.
Tanto el Partido Socialista como otros sectores católicos de la sociedad belga se ocuparon de la acogida de la mayor parte de los pequeños, pero también colaboraron otras organizaciones de ayuda como la Cruz Roja Belga. A su llegada los niños permanecían unas semanas en centros de acogida o en colonias para reponerse antes de ser adoptados por familias. Mientras estaban en las colonias, hacían excursiones a pueblos y ciudades cercanos. Las trayectorias de estos niños fueron muy distintas según las familias que los acogieron. Los adoptados por familias católicas, casi todos vascos, fueron repatriados tras la caída del frente norte.
En la frontera les esperaban las autoridades franquistas que, haciendo uso de un fuerte aparato propagandístico, se aprestaban a recibir a los niños que iban siendo «recuperados para la Patria». El resto regresó nada más terminar la guerra, aunque unos 1300 permanecieron en este país ya como exiliados.
2605 RR Secours Populaire de Belgique. Pours les enfants d´Espagne. Ayuda Popular de Bélgica. Para los niños de España.
Dejo la imagen en b/n por carecer de una a color.
-Además, en Bélgica fue emitida esta otra no catalogada:
Redt spanje`s kinderen. Salvad los niños de España.
